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La Belleza del Arte Botanico

  • Ap12
  • 7 ago 2016
  • 3 Min. de lectura
Donde la ciencia y el arte se encuentran.

El arte botánico nació de la necesidad simple y práctica de identificar plantas. En la Edad Media, las hierbas medicinales se describían en herbarios que incluían ilustraciones para acompañar a los textos explicativos. Sin embargo, en las reproducciones manuales de estos escritos a través de los siglos se iban acumulando pequeñas distorsiones en los dibujos, que llegaban a ser algo muy distinto al dibujo original. Sin querer, la ilustración terminaba siendo un obstáculo más que una ayuda para la identificación.

Tulipanes por Ulisse Aldrovandi (siglo XVI)

En el siglo diecisiete, sin embargo, el desarrollo de la investigación científica le dio nuevo énfasis al detalle y a la precisión de la ilustración botánica. Junto con las otras familias biológicas, las plantas se comenzaron a estudiar y clasificar con el objetivo de alcanzar un catálogo completo de todas las plantas del mundo. El nacimiento de esta taxonomía botánica estuvo de la mano de la colonización del planeta por parte de Europa; en esta época, la llamada “era de los descubrimientos”, la exploración geográfica se desarrolló de la mano de la exploración científica. De esta manera, con el “descubrimiento” de una nueva parte del mundo venía el descubrimiento de nuevas especies. Ilustradores viajaban con exploradores y científicos y dibujaban toda planta y animal que encontraban, para después mostrar estas especies exóticas en el viejo mundo.

El florecimiento paralelo de las ciencias y del arte impulsaron el desarrollo del arte botánico. En Florencia, se desarrollaron nuevas técnicas artísticas a un ritmo nunca antes visto, mientras que la invención del microscopio permitió ver plantas con un nivel de detalle que hasta ese momento no había sido posible. Las ilustraciones de esta época muestran una renovada curiosidad por la naturaleza y una profunda apreciación de su belleza. El minucioso nivel de detalle, un requisito para la descripción científica de una especie, presentaba a cada flor y a cada hoja en todo su esplendor, con colores vibrantes y rasgos delicados y simétricos. La reproducción exacta, casi idealizada, de cada especie servía una función muy práctica, pero el resultado era también bello estéticamente.

Madreselva por Edward Step y F. Warner (1895)

Irónicamente, la edad de oro de la ilustración botánica ocurrió cuando este oficio dejó de ser necesario. Con la introducción de la taxonomía, las ilustraciones se volvieron optativas. Una nueva nomenclatura científica permitía que las plantas se identificaran en el contexto de cualquier idioma y lugar del mundo. Ahora, un libro no necesitaba la ayuda de un dibujo para hablar de una planta y, sin embargo, en esta época la ilustración botánica entró en mayor demanda. Nuevos y mejorados sistemas de impresión ahora reproducían los dibujos en alta calidad, lo que permitía la difusión masiva de las ilustraciones junto con los textos. Surgieron los primeros ilustradores botánicos, artistas especializados que, para entrar en el campo, recibían no solo entrenamiento artístico, sino que también aprendían sobre microscopía y sistemas de clasificación biológica. Gracias a estos ilustradores, los libros de botánica se volvían más atractivos y accesibles al público general. Hasta el día de hoy, muchos libros de botánica deben su éxito a las ilustraciones hermosas e instructivas que los acompañan.

Esta época de oro duró hasta fines del siglo diecinueve. Hacia el siglo veinte, las representaciones más esquemáticas fueron reemplazando a las grandes obras de arte y se empezaron a usar sistemas de impresión de menor calidad. Por unos años, la ilustración botánica entró en declive. A partir de los setenta, sin embargo, se empezó a ver un renacimiento de este arte. Muchas nuevas organizaciones, como la Sociedad de Artistas Botánicos de Gran Bretaña, hoy se dedican a promover esta profesión.

Además de sus usos científicos, el arte botánico hoy se usa para fines decorativos: estas ilustraciones se encuentran en azulejos de cocinas, en calendarios y en tatuajes. La conciencia ecológica ha jugado un rol importante en el redescubrimiento de este arte. Así como hace trescientos años el descubrimiento y estudio de miles de especies diversas impulsó el nacimiento del arte botánico, hoy esta biodiversidad peligra, y este peligro ha causado un nuevo interés por la belleza de la naturaleza.


 
 
 

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